El apego es la relación estrecha y única que forma un bebé o niño con una figura que le proporciona seguridad y protección, puede ser su papá, mamá, cuidador, abuela o abuelo, etc.
El apego ha sido estudiado por muchos psicólogos, para algunos se producía con la madre porque era quien alimentaba al bebé, y otros investigaron para con datos empíricos explicar qué era, con quién se instauraba, por qué, y las consecuencias psicológicas, emocionales, e incluso físicas de la ausencia y/o existencia de este vínculo afectivo.
John Bowlby (1907-1990), psicólogo y psiquiatra inglés, en el siglo XX realizando un estudio solicitado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) investigó como había influido la inexistencia de la figura materna en niños que residían en orfanatos durante la Segunda Guerra Mundial. Concluyó que niños que habían experimentado privación materna tenían más probabilidad de presentar retraso intelectual, mayor probabilidad de tener reacciones de cólera, menor apego emocional o nula empatía.
Según Bowlby la conducta de apego tenía dos funciones básicas; una biológica, que era obtener protección para asegurar la supervivencia, y la otra de carácter psicológico, la de adquirir seguridad.
Bowlby definió las características que debería poseer la figura de apego, que son tres: empatía, sensibilidad y disponibilidad».
Posteriormente, Harry Harlow (1905-1981), psicólogo estadounidense, se propuso estudiar la teoría del apego de Bowlby con monos Rhesus. Separaba a cachorros de monos de sus mamás, y los introducía en una jaula con dos estructuras que simulaban ser su madre, uno de alambre con un biberón incorporado, y otro de felpa pero sin biberón. El cachorro mostraba una clara predilección por la estructura de felpa, acercándose solo a la estructura de alambre para tomar el biberón. Si en algún momento el monito tenía miedo ya que se introducían ruidos o elementos estresantes, el cachorro iba corriendo a abrazarse a la figura de felpa, y si se le era retirada el macaco lloraba y gritaba.
En otro experimento crió a dos grupos de monos, unos con madres sustitutas de alambre y os otros con madres sustitutas de felpa. Ambos grupos de monos ganaron peso a la misma velocidad, tanto los que habían crecido con la figura de alambre, como los que estaban con la de felpa, no obstante los que vivían con la mamá de alambre padecieron mayor proporción de diarreas. Harlow concluyó que la ausencia de una madre cálida provocaba en el mono una situación estresante que desencadenaba problemas digestivos.
Harlow dio un paso más, y a algunos de estos monos los dejaron en cautividad y aislamiento durante 30 días e incluso varios meses (hasta un año), y todos ellos comenzaron a presentar pasividad, indiferencia hacia los demás de su misma especie, no buscaron pareja ni se reproducían, e incluso murieron.
Bolwby definió cuatro etapas en la adquisición del apego:
- 1º fase o preapego (0 a 6 semanas/2 meses): respuesta social indiscriminada del niño, aunque con preferencia de las voces familiares.
- 2º fase o formación del apego (2 meses a 7 meses): clara predilección por su figura de apego, a la que sonríe y sigue con su mirado, no obstante todavía no muestra ansiedad ante la separación.
- 3º fase o fase de apego propiamente dicha (de los 6/8 meses a los 24 meses): vínculo afectivo muy alto con su figura de apego, que cuando se separa de ella le produce enfado y rechazo, incluso rechazando a otras personas conocidas o de la familia. Todas sus acciones y conductas buscan provocar la atención de su figura de apego principal.
- 4º fase o formación de relaciones recíprocas (de los 18/24 meses en adelante): ya existe el lenguaje y también es el niño capaz de predecir su entorno, teniendo la seguridad de que su figura de apego regresará por lo que no le provoca ansiedad la ausencia de la misma.
Tras leer estas investigaciones, vemos cómo es de importante que el bebé y niño establezcan una relación de apego con su cuidador principal, pero el apego debe tener un límite en sus competencias, y el principal es permitir que el niño pueda explorar el mundo sabiendo que su figura de apego estará para consolarle si tiene miedo, protegerle si se hace daño o ayudarle si no puede por sí mismo.
Hasta los 24 meses, en general, cuando lloran es porque les sucede algo y es imprescindible que se sientan seguros y protegidos».
Mary Ainsworth, definió la seguridad del apego como un estado de ausencia de preocupación por la disponibilidad de una figura de apego. Para ello hizo un experimento con niños en los que se retiraba la figura de apego quedándose con un extraño y se observaba las conductas del niño antes dos situaciones opuestas, la reacción ante la ausencia y la de cuando regresaba. Los resultados fueron dos tipos de apego, el seguro y el inseguro, subdividiéndose el apego inseguro en otros tres.
Tipo de apego |
Subtipo | En presencia de la madre | En ausencia de la madre | Regreso de la madre | Estado emocional en infancia | Estado emocional en la edad adulta |
Seguro | – | Exploraba el entorno activamente | La exploración decae, surge angustia por separación, son capaces de jugar solos | Señales de alegría, activación de las conductas de apego, contacto físico afectuoso que les tranquiliza | Niños felices, autoestima positiva, confianza en sus habilidades y su valía, capacidad de adaptación | Adultos seguros, saben establecer relaciones afectivas |
Inseguro | Evitativo
(figura de apego innacesible emocionalmente) |
Pasivos o indiferentes | Escasa o nula ansiedad ante la separación | Evitan el contacto cuando la figura de apego vuelve | Niño independiente emocionalmente | Rechaza las relaciones sociales |
Inseguro | Ansioso/
ambivalente (figura de apego inconsistente) |
Exploración baja o nula del entorno, no se alejan de la madre | Ansiedad por la separación muy intensa | Buscan y procuran mantener la proximidad con la figura de apego, y después muestran oposición, se resisten al contacto físico | Niño inseguro | Preocupado, ansioso, autocrítico e inseguro |
Inseguro |
Desorientado/ desorganizado (figura de apego maltratatadora y negligente) |
Mezcla de los dos anteriores | Presenta conductas contradictorias al regreso de la madre | Adaptación
poco sensible |
Temeroso, evitativo, violento. Problemas para entablar relaciones sociales y controlar las emociones |
Para terminar este artículo, quiero concluir aconsejando que durante los primeros 24 meses, hasta que se forma de la figura de apego, es imprescindible ser sensible, empático y estar disponible a las demandas de nuestro hijo, si un niño llora durante estos primeros meses de vida es necesario atender sus requerimientos de atención, ya que puede tener hambre, sueño, frío, dolor o simplemente necesitar el calor del afecto. Hasta los 24 meses, en general, cuando lloran es porque les sucede algo y es imprescindible que se sientan seguros y protegidos.