La frustración, según la Real Academia Española (RAE), es la acción o efecto de privar a alguien de lo que esperaba; de dejar sin efecto, malograr un intento.
Si nos llevamos esta definición al día a día de un niño, podría ser no comprarle un nuevo sobre de cromos de fútbol, no ponerle los dibujos de La Patrulla Canina después de cenar, no dejarle llevar a la cama la tablet, no hacerle el proyecto del trimestre, que coma un trozo de manzana en vez de las natillas que está pidiendo, que recoja los juguetes que tiene en el suelo en vez de sacar otros nuevos, no dejarle ponerse el primero en la fila para cualquier actividad, o que se pare el mundo y vayas inmediatamente a su habitación cuando te llama para que le leas un cuento antes de dormir.
¿Cuáles son las emociones que experimentan nuestros hijos ante las situaciones descritas anteriormente?
Rabia, enfado, tristeza, irritación, incomprensión, hostilidad.
Todas las familias desean que sus hijos no sufran, no sientan ninguna emoción negativa, y para ello creen que deben darle, y de manera inmediata, todo aquello que pidan, pero no son conscientes que, a corto plazo les beneficia, consiguen aquello que desean y la emoción negativa desaparece, se torna en alegría, serenidad, alivio, satisfacción, etc; pero a largo plazo es un perjuicio para ellos, ya que no aprenden que no se consigue todo a la primera y que quizá no llegues a conseguirlo nunca, que para conseguir determinadas cosas se necesita esfuerzo y/o perseverancia, que no siempre puede un agente externo solucionar tus problemas o dificultades, o que no siempre eres el protagonista en todas las escenas de la vida. Consecuencias a largo plazo de evitarles sentir frustración son las rabietas, ansiedad, indefensión, impulsividad, conductas agresivas, escaso autocontrol de sus propias emociones, y en la edad adulta puede derivar en depresión, trastorno distímico, transtornos adaptativos, etc.
Hace unas semanas publicamos un post sobre los estilos educativos que te invitamos a revisar, en el que se explicaba que una educación demasiado permisiva o demasiado autoritaria impide a los niños entrenar y aprender unos niveles óptimos de tolerancia a la frustración.
¿Cómo podemos entrenarles en el aprendizaje de la tolerancia |
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“La marca esencial que distingue a un hombre digno de llamarse así, es la perseverancia en las situaciones adversas y difíciles” (Ludwig van Beethoven, 1770-1827)
Si no trabajamos con nuestros hijos la tolerancia a la frustración durante los primeros años de vida, cuando están desarrollando su personalidad, su carácter, ¿cómo crees que van a poder gestionar en la adolescencia o durante la edad adulta las siguientes situaciones?:
- Suspender la EvAU o un examen de la Facultad.
- Discutir con su pareja.
- No encontrar trabajo.
- Situaciones de estrés en el trabajo, como competencia entre compañeros, época de despidos o de renovaciones de contratos.
- Situaciones tan triviales como no encontrar sitio para aparcar o un simple atasco en la carretera.
María Paz García Bueno
Licenciada en Psicología
Orientadora Infantil. Colegio Villalkor