Mucho se habla en los últimos tiempos de un nuevo concepto que hasta hace poco no existía en nuestro vocabulario: Mindfulness.
La mayoría de las personas saben a qué se refieren cuando hablan de ello. Casi siempre nos estamos refiriendo a estados emocionales en paz y en calma, a relajación, a meditación, es probable que acuda a nuestra mente incluso hasta la postura que hemos de adoptar: con los ojos cerrados, las piernas cruzadas a estilo «indio» y el índice y pulgar unidos. Sin embargo, lo que verdaderamente logra el mindfulness es trabajar un repertorio fundamental para el aprendizaje de todas las personas pero, especialmente de los niños y es la atención.
Al dividir la atención, se reduce el rendimiento o la eficiencia de las acciones que se están realizando a la vez».
La atención es un proceso cognitivo básico que se entrena y desarrolla desde el comienzo de la vida. En un mundo como el que habitamos, lleno de ruidos, relojes y estímulos, es fácil prestar una atención muy escasa a las diferentes acciones que realizamos durante el día. Esto no es ajeno a los niños, que cada vez a edades más tempranas se ven sometidos a horarios, actividades y multitud de estímulos. Sabemos que la atención es selectiva, es decir, puede dividirse pero cuantas más veces se divide menos calidad tiene. Al dividir la atención, se reduce el rendimiento o la eficiencia de las acciones que se están realizando a la vez.
Evitar las interferencias mentales
Cuando tenemos dificultades para atender simultáneamente a las múltiples demandas del ambiente, se produce un fenómeno conocido con el nombre de interferencia. Las interferencias se dan porque nuestro cerebro solo puede procesar una cantidad limitada de información. No obstante, la práctica y el entrenamiento cognitivo puede mejorar nuestra atención dividida, y como consecuencia, la capacidad para llevar a cabo más de una actividad simultáneamente.
Desde este punto de vista, trabajar desde el mindfulness, entendiendo por éste un proceso de entrenamiento y constancia que persigue fundamentalmente trabajar la atención, y además ejercitar la empatía en la calma y también la gestión emocional.
Entrenarse en trabajar con esta disciplina no significa que vayamos a conseguir ser mucho más capaces emocionalmente o espiritualmente, si no que contribuimos a dar a nuestro cerebro señales que le ayuden a procesar la diferente información que entra por nuestros sentidos. Algunos de los beneficios que puede proporcionar el mindfulness a los niños son:
- La mejora de la atención y por tanto del aprendizaje, la creatividad y el rendimiento académico.
- Ignorar las distracciones y por tanto concentrarse mejor en las tareas.
- Regular las emociones y encontrar elementos para poder controlar la ira, la angustia, el miedo…
- Desarrollar la empatía y la amabilidad consigo mismos y los demás.
- Mejora las habilidades sociales y en general mejora el estado de ánimo.
Además deberíamos acompañarles en la tarea de entrenamiento, porque a los padres y madres no nos va nada mal aprender esta disciplina también. Probablemente nos haga más conscientes de nuestros actos, nos permita disfrutar del aquí y el ahora, y por tanto relacionarnos en nuestros diferentes ámbitos de una manera más inteligente y plena.
Deberíamos dedicar un momento del día a ejercitar el mindfulness o cualquier otra técnica que nos permita poner el foco y la atención en nuestras sensaciones corporales, buscar anclajes que nos ayuden a concentrarnos y estar presentes en el lugar».
Así que, en conclusión, deberíamos dedicar un momento del día a ejercitar el mindfulness o cualquier otra técnica que nos permita poner el foco y la atención en nuestras sensaciones corporales, buscar anclajes que nos ayuden a concentrarnos y estar presentes en el lugar.
Podemos encontrar algunas recomendaciones en el siguiente link:
Además, podemos aprender a meditar en un minuto, algo que nos puede venir muy bien en diferentes momentos de nuestro día a día. En el siguiente vídeo nos explican cómo hacerlo:
Otras técnicas de autocontrol
Por último, con realizar ejercicios de mindfulness y meditación no estamos trabajando todo el abanico posible de control y autocontrol emocional. Es bueno también realizar técnicas de relajación con los niños, de tal modo que ellos aprendan a observar su cuerpo y ser conscientes de sus puntos de tensión. Para ello podemos trabajar con técnicas de relajación progresiva, como la técnicas de Koeppen donde enseñamos a los niños la diferencia entre relajación y tensión muscular. Es importante entrenarse y darse cuenta de cuándo se tensan nuestros músculos ante situaciones que generan malestar, ansiedad… ese es el momento de poner en marcha todo lo aprendido.
Aquí dejamos algunos ejercicios fáciles que podemos hacer con nuestros niños y niñas:
Técnicas de relajación para niños, la relajación muscular de Koeppen.
Y un último consejo, entrenarse todos los días es la única manera de ser eficaz y eficiente con estas técnicas, solo así se consiguen los beneficios que hemos mencionado en este post. Así que… ¡manos a la obra! Imaginemos un mundo más relajado, lento y feliz.
Gema de Pablo González
Psicóloga
Coordinadora del Departamento de Orientación
Colegio Villalkor