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Cómo enfocar el divorcio ante nuestros hijos e hijas

Afrontémoslo con sinceridad, los matrimonios de hoy no son como los de antes. Y esto necesariamente no tiene por qué ser malo, simplemente hay que afrontarlo como el cambio de escenario que es.

Nuestros mayores dicen cosas como: «es que ya no aguantáis como antes», «no sé qué os pasa a los jóvenes que no duráis nada»… La verdad es que al margen de que puedan tener razón o no, la realidad es que ha habido tantos cambios sociales, culturales y de roles en los últimos tiempos que es muy difícil poder responderles con algún argumento que entiendan.

Y aquí estamos, ante esta realidad que no ha de ser mejor o peor pero que, indiscutiblemente, hemos de saber abordar cuando tenemos hijos. Ellos y ellas, con total seguridad, acusarán con más o menos estrés una situación para ellos desconocida, incomprensible y nueva.

La responsabilidad que tenemos como padres no se acaba con la ruptura en la pareja, y por eso hemos de seguir cubriendo sus necesidades al margen de nuestros problemas personales.

En medio de la tempestad

Nuestros hijos están en medio de nuestra ruptura, y ellos pagan en ocasiones los platos rotos.
Nosotros como adultos tenemos derecho a elegir con quién queremos estar a nivel de pareja. Si nuestra relación se rompe no sirve de nada dramatizar puesto que los hijos no entenderán entonces por qué tomamos esta decisión.

Por eso, hay que apoyarles, ayudarles a entender la situación siempre desde una comunicación positiva, sincera y honesta. Enseñarles desde el principio cómo son las cosas, les ayudará a madurar emocionalmente de un modo saludable.

 

Cómo reciben los menores el divorcio, según su edad

Bebés (0-1 año)
  • No comprenden las razones del conflicto, pero se dan cuenta del clima emocional del hogar, sienten la tensión y el descontento
  • Se dan cuenta de los cambios en los niveles de energía y en el estado emocional de los padres
  • Se dan cuenta de cuando uno de los padres ya no está en el hogar
  • Dependen totalmente de los adultos que los cuidan
  • Comienzan a desarrollar confianza en otros/as y en el mundo
  • El tiempo que se pase con los bebés determina la formación de los lazos afectivos
  • Fijémonos si muestran señales de malestar, si se manifiestan más irritables, nerviosos/as, si demuestran más rabietas, pérdida de apetito, o retrasos en su desarrollo.
  • Hagámosles sentirse seguros/as demostrándoles afecto, meciéndoles, tocándoles, hablándoles con cariño.
  • Mantengamos sus juguetes y objetos favoritos a la mano
  • Mantengamos las rutinas lo más posible
  • Introduzcamos personas nuevas gradualmente
Niños/as pequeños/as (1-3 años):
  • Necesitan estabilidad y predictibilidad
  • Son egocéntricos/as– creen que causan todo lo que pasa
  • Fijémonos si muestran señales de malestar, llanto excesivo, apego extremo, dificultades al dormir, pesadillas, ansiedad de separación, regresión a comportamientos más inmaduros
  • Ofrecezcamos más atención y cariño, especialmente a la hora de separarse
  • Hablar sobre el divorcio a un nivel que puedan comprender
  • Hacerles sentir seguros/as con muestras de afecto verbales y físicas
  • Demostrar que comprenden su malestar
  • Mantener las rutinas lo más posible
  • Introducir personas nuevas gradualmente
Niños/as de edad infantil (3-5 años):
  • Necesitan estabilidad y predictibilidad
  • Son egocéntricos/as: creen que causan todo lo que pasa, piensan que pueden controlar los acontecimientos, se sienten responsables o culpables del divorcio
  • Tienen fantasías sobre la reconciliación de los padres
  • Fijémonos si muestran señales de malestar, tristeza, confusión, preocupaciones, temores, pesadillas, agresión, regresión a comportamientos más inmaduros, aislamiento, apego extremo, quejosos/as…
  • Hablar sobre el divorcio a un nivel que puedan comprender
  • Hacerles sentir seguros/as con muestras de afecto verbales y físicas
  • Leerles libros sobre el divorcio
  • Animarles a hacer preguntas y a hablar sobre sus sentimientos y pensamientos
  • Demostrar sensibilidad a sus temores
  • Decirles repetidamente que no son responsables por el conflicto o el divorcio
  • Apoyar la relación de los/as niños/as con el otro padre, a menos que sea peligroso
  • Mantener las rutinas lo más posible
  • Introducir personas nuevas gradualmente
Niños/as de escuela primaria (5-12 años):
  • Se dan cuenta de lo que pasa, pero carecen de las destrezas necesarias para lidiar con los conflictos
  • Pueden comprender el concepto de divorcio
  • Lamentan la pérdida de la familia como era antes del divorcio
  • Pueden sentirse rechazados/as por los padres
  • Tienden a culpar a otros, a menudo a uno de los padres
  • Hablar sobre el divorcio a un nivel que puedan comprender
  • Fijémonos si muestran señales de malestar, tristeza, problemas académicos y/o sociales en la escuela, comportamiento inapropiado, achaques físicos, conflictos entre hermanos/as por competencia
  • Hacerles sentir seguros/as con muestras de afecto verbales y físicas
  • Leer libros sobre el divorcio
  • Animarles a hacer preguntas y a hablar sobre sus sentimientos y pensamientos
  • Demostrar sensibilidad a sus temores
  • Decirles repetidamente que no son responsables por el conflicto o el divorcio
  • Apoyar la relación de los/as niños/as con el otro padre, a menos que sea peligroso
  • Mantener las rutinas lo más posible
  • Introducir personas nuevas gradualmente
Adolescentes (13-17 años):
  • Están más envueltos/as con su grupo de pares y dependen menos de sus padres que los/as niños/as menores
  • Les preocupa el impacto del divorcio en sus relaciones
  • Sienten dudas de sus propias capacidades de establecer relaciones a largo plazo
  • Pueden tratar de aprovecharse de los padres
  • Fijémonos si muestran señales de malestar, ira y hostilidad extrema, actitud desafiante, preocupación por asuntos financieros u otros asuntos de adultos, auto-concepto disminuido, aislamiento, problemas académicos o sociales en la escuela, comportamientos impredecibles o arriesgados
  • Mantener abiertas las vías de comunicación
  • Ser justo y razonable al asignarles responsabilidades
  • Apoyar la relación de los/las muchachos/as con el otro padre, a menos que sea peligroso

(Datos extraídos del Proyecto Ambezar)

 

Pautas que le ayudan

De modo general, y teniendo en cuenta estas pautas en función de la edad, vamos a ver algunas recomendaciones que podemos seguir para ayudarles a comprender:

  • Tú eres la persona que más puede ayudarles, ellos necesitan a su madre y a su padre (a ambos) y esta ha de ser la primera premisa. Aunque mi cabeza esté en otro lugar, organizando mi «nueva vida», he de sacar tiempo para ellos y así asegurar su bienestar personal.
  • Demuéstrales que no te has ido, ni física ni emocionalmente, haz que se sientan queridos, arropados y escuchados.
    Explícales con palabras claras, directas y honestas la situación. Y si has de decir que lo estás pasando mal, no lo ocultes, ellos siempre se van a dar cuenta. Expresa tus sentimientos de manera clara y directa.
  • No los compadezcas porque eso probablemente lo que consiga es transmitir una sensación de inestabilidad que no les favorezca en absoluto. Al contrario, indícales que ellos no son los responsables de la situación, que es un tema vuestro y que no queréis hacerles daño, pero que las cosas cambiarán y estáis ahí para escucharles y atenderles.
  • Intenta observarles sin sacar conclusiones precipitadas de su comportamiento. Tampoco es bueno que todo lo atribuyas a la situación, pero sí hay que estar pendiente y si hay dudas de su bienestar emocional, hablar con ellos, apórtales estabilidad y apoyo constante.

Cuanta más relajación y bienestar se respire, mejor estarán ellos también.

  • Evita los cambios innecesarios y mantén las rutinas, dentro de lo posible. No olvides que su vida no debe cambiar significativamente, y el sacrificio hemos de hacerlo los adultos y no los niños.
  • Intenta comunicarte con tu pareja de manera asertiva, positiva y abierta. Ambos tendréis intereses que defender, pero no hay ninguna razón por la que romper una historia, un pasado y un futuro por unas cuantas «cosas materiales». Al final lo que prevalece y sigue siendo parte de ambos son los hijos, pensad en ellos.
  • Intenta que sigan teniendo relación con sus abuelos, ambos, también con los de tu ex-pareja. Piensa que esa es la familia que ambos, en determinado momento, decidisteis darles. Que las cosas hayan ido mal entre vosotros no significa que tengan que ir mal también para el resto de los miembros de la familia.
  • Cuidaos todo lo posible, cuanta más relajación y bienestar se respire, mejor estarán ellos también. Cuanto mejor esté tu ex-pareja, también ellos estarán mejor.
  • No te hagas la víctima, una ruptura siempre es cosa de dos. No busques culpables, ni justificaciones a la situación. Es un hecho, afróntalo.
  • También, y si los niños son muy pequeños, podéis apoyaros en algunos cuentos, aquí encontraréis varios enlaces para que podáis acudir a ellos si os hacen falta.

Lo que NO debéis hacer

Lo más importante para saber cómo enfocar el divorcio entre nuestros hijos e hijas es no caer en los siguientes comportamientos, porque no les ayudará:

  • Pedirle a los/as niños/as que escojan entre sus padres.
  • Pedirle a los/as niños/as que asuman una posición en cuanto al conflicto entre los padres.
  • Hablar mal del otro padre.
  • Volcar nuestras frustraciones en los/as niños/as.
  • Volvernos a los/as niños/as en busca de apoyo o guía.
  • Poner a los/as niños/as en el medio.
  • Exponer a los/as niños/as a las discusiones.
  • Envolver a los/as niños/as en las disputas entre los padres.

Los adultos sois vosotros, y también sois vosotros los que habéis tomado la decisión de continuar, o no, vuestra relación. Vuestros hijos e hijas os necesitan a ambos para un desarrollo saludable.

  • Usar a los/as niños/as de mensajeros, espías, confidentes, peones o de munición.
  • Decirle a los/as niños/as cómo deben sentirse.
  • Negar o descontar los sentimientos de los/as niños/as.
  • Pedirle a los/as niños/as que guarden nuestros secretos.
  • Descuidar las necesidades de los/as niños/as.
  • Exigirle demasiado a los/as niños/as.
  • Sentar expectativas no razonables para los/as niños/as.
  • Expresar la ira de forma inapropiada.
  • Expresar amargura, falta de respeto, u hostilidad hacia el otro padre.
  • Demostrar incapacidad de comunicarse efectivamente con los/as niños/as o con el otro padre.

Y por último, es importante recordar que los adultos sois vosotros, por lo que también sois vosotros los que habéis tomado la decisión de continuar o no vuestra relación. Nuestros hijos e hijas nos necesitan a ambos para un desarrollo saludable. No seamos su padre y su madre quienes interrumpan dicho desarrollo.

Gema de Pablo

Psicóloga y Coordinadora

del Departamento de Orientación

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