Estimular su desarrollo.
El desarrollo psicológico es el resultado de las interacciones que el individuo mantiene con su entorno. Berk (2001) considera al niño desarrollándose dentro de un sistema de relaciones complejos influido por muchos niveles del ambiente, de los entornos más cercanos a los valores culturales más extensos, leyes y costumbres. Para facilitar su desarrollo, necesitamos interaccionar con ellos cada día, tanto en el ámbito comunicativo como en el afectivo-social o el motor.
Háblale desde bebé
En cuanto al lenguaje, la teoría innatista de Chomsky considera que los niños se encuentran equipados biológicamente con mecanismos de adquisición del lenguaje que apoya el rápido dominio temprano de la estructura del lenguaje. La adquisición del lenguaje durante la infancia puede ocurrir gracias a la capacidad que tenemos los seres humanos de reconocer y asimilar la estructura básica del lenguaje. Pero para esta adquisición del lenguaje es necesaria la existencia de un entorno social que utilice el lenguaje y que estimule su adquisición
Muchas personas consideran que, como los bebés y los niños menores de un año no hablan, no nos van a entender si les hablamos nosotros. Obviamente, no te van a responder, no obstante, si no reciben por el canal auditivo dicha estimulación es muy complicado que comiencen a hablar. Porque mucho antes de hablar, ellos comienzan a comprender. Es por eso por lo que desde los primeros días se debe establecer la comunicación con los menores: lo que se denomina establecer una protoconversación.
La protoconversación consiste en que el bebé y el adulto comienzan a intercambiar sonidos, gestos, sonrisas con la intención de comunicarse, y se establece un diálogo, somos capaces de interpretar lo que el niño quiere expresar.
En este tiempo podemos establecer juegos con el niño, por ejemplo, el cucu-tras, podemos cantar canciones, realizar vocalizaciones, por ejemplo, “ma ma ma”, “pa pa pa”, “ta ta ta”, realizar pedorretas…
La protoconversación consiste en que el bebé y el adulto comienzan a intercambiar sonidos, gestos, sonrisas con la intención de comunicarse, y se establece un diálogo, somos capaces de interpretar lo que el niño quiere expresar.
Estimular su desarrollo: exprésate con frases completas
A los 12 meses ya empiezan a emitir alguna palabra, en ese momento es cuando debemos seguir estimulando el aprendizaje del vocabulario, por
ejemplo, denominando las cosas que cogemos o vemos en casa o en la calle, y con un lenguaje lo más estructurado posible, es decir, intentando realizar frases con sujeto, verbo y predicado, ya que tendemos a usar con niños pequeños un lenguaje denominativo (incluso omitiendo el artículo), ejemplo “pañal”, en vez de decir, “Juan, vamos a cambiar el pañal”, o “agua” en vez de preguntarle “Juan, ¿quieres beber agua?”. Hacia los 2 años ya empezará a realizar frases de 3 o 4 elementos.
Es aconsejable que usemos la palabra correcta para denominar los objetos, y siempre la misma. No debemos llamar a los objetos con dos nombres distintos o unas veces abreviado y otras entero “biberón”, “bibi”, “bibe”. Aconsejamos igualmente utilizar los pronombres para referirnos a las personas, no usar la tercera persona del singular. Por ejemplo, no usar el nombre del niño, sino el pronombre personal, es decir, no decir “¿qué quiere Juan comer, galletas o pan?”, sino “¿qué quieres comer, galletas o pan?”. Nosotros no hablamos en tercera persona, pero sí solemos usarlo con los niños, por lo que aprenden a referirse a ellos en tercera persona y luego lo deben desaprender.
Nosotros no hablamos en tercera persona, pero sí solemos usarlo con los niños, por lo que aprenden a referirse a ellos en tercera persona y luego lo deben desaprender.
Muchos niños comienzan a usar jerga para comunicarse, es decir, palabras inventadas o ideosincráticas, por lo que, aunque ya nosotros llegamos a entenderle, tras vocalizar esa jerga, deberemos expresar la palabra correcta en una frase estructurada.
También es aconsejable que el niño se enfrente a distintos interlocutores, ya sean iguales, o adultos, para que diversifique sus interacciones sociales, que también va a influir en el desarrollo afectivo-social.
Acaríciale cuando lo necesite
Haciendo referencia al ámbito afectivo-social, para estimular su desarrollo deberemos responder a todas sus demandas afectivas. Es decir, ya que también contribuye a la estimulación y a su desarrollo. Por ejemplo, si nuestro niño llora demandando brazos, deberemos acariciarle la cara, la cabecita, cogerle de la manita, o cogerle en brazo. La familia es el primer agente socializador del menor. Incluso para el desarrollo de la comunicación, el niño necesita mirarnos la boca o incluso tocarnos en cuello mientras hablamos para aprender las vocalizaciones.
Anímale a explorar y desplazarse por si mismo
A nivel motor, deberemos, en cuanto sean capaces de sujetar la cabeza, ponerles boca abajo, para que levanten la cabeza y comiencen a explorar el entorno. Primero con la vista, girando la cabeza, para posteriormente comenzar a reptar y luego gatear. Una vez que comiencen a desplazarse, no debemos limitarles la exploración del entorno, a no ser que se pongan en peligro o corran un riesgo. Los niños necesitan poder desplazarse para conocer y relacionarse con el ambiente. Y por supuesto, en cuanto comiencen a andar, primero de la mano, y posteriormente de manera autónoma, olvidarnos de los brazos y del carrito.
María Paz García
Orientadora etapa Infantil
Bibliografía:
– Paniagua, G., Palacio, J. (2008). Educación infantil. Respuesta educativa a la diversidad. Madrid. Alianza Editorial.
– Lacasa, P.; Herranz, P. (1998). Contexto y procesos cognitivos. La interacción niño-adulto. Universidad Nacional de Educación a Distancia.
