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Cómo ayudamos a nuestro hijo a afrontar el duelo

Tarde o temprano, todos nos enfrentaremos a la pérdida de un ser querido. Tengamos la edad que tengamos, no estamos preparados para una pérdida. No obstante, podemos ayudar a nuestros niños a enfrentarse al duelo de una manera que les provoque el menor malestar emocional posible.

No podemos evitar a nuestros hijos la tristeza que una pérdida supone. Ni podemos protegerles de ello, pero sí ser su bastón para afrontarlo.

Abordar el tema

A menudo las familias nos cuentan que el abuelito o abuelita estaban malitos y que han fallecido, que su querido perrito les ha dejado. Os surge el miedo de cómo lo vivirá vuestro hijo, y cómo lo abordareis con ellos. Los adultos también os sentís tristes, furiosos, vacíos, abandonados o melancólicos. Muchos optáis por ocultarlo al niño o la niña. Otros, por inventar historias o cuentos. O simplemente les decís que ahora el abuelito o la abuelita son una estrella. En ocasiones el perrito se ha ido a vivir en la pradera donde todos los perritos juegan debajo del arco iris…

 

El afrontamiento y asunción de la muerte depende de la edad del niño o la niña.

 

El afrontamiento y asunción de la muerte depende de la edad del niño o la niña. Los más pequeños lo vivirán como una situación en la que esa persona se ha ido. A muchos de ellos les podrá hacer sentir ansiedad por separación. Otros no lo percibirán como algo traumático, ya que a su edad no entienden que no lo volverán a ver.

 

Tratar el duelo según la edad

Alrededor de los 3 o 4 años, dependiendo del nivel madurativo del niño, empezarán a preocuparse de dónde está ese ser querido o por qué ha fallecido. Comenzarán a hacer preguntas: cuándo viene, dónde está, le podemos ver este fin de semana, va a venir a mi cumpleaños… Estas preguntas deberían ser respondidas, ya que necesita saber. La ausencia de respuestas crea incertidumbres, miedos y ansiedad.

Las respuestas se deben intentar adaptar a su nivel madurativo e intelectivo, en la manera de lo posible resolviendo sus dudas. Dale tiempo para pensar la pregunta para llegar a la respuesta que necesitan saber. Y al mismo tiempo esas respuestas deben ser realistas y elaboradas, evitando decir, por ejemplo, el abuelo ha muerto porque estaba malito, ya que ellos podrán llegar a pensar que si, por ejemplo, les duele la tripita o tienen fiebre también morirán.

 

¿Es contraproducente que me vean llorar?

No, creemos que no se deben ocultar las emociones a nuestros hijos, los adultos sentimos emociones, positivas y negativas, y que es bueno ponerlas nombre y que nuestros niños sean conscientes de que cualquier emoción papá y mamá también la siente, y que ellos han aprendido a afrontarla, saben gestionarla. Mamá está llorando porque está triste.

También debemos hacerles ver que esa persona fallecida sigue siendo parte de nuestras vidas.

Debemos hacer ver a nuestro hijo que la muerte es irreversible. El pensamiento mágico de los niños les puede llevar a pedir ese deseo al soplar su vela de cumpleaños, cuando vean caer una estrella fugaz, o si se portan un día muy muy bien. Debemos mostrarles que la muerte no depende de nosotros. Y que por mucho que queramos a esa persona, no va a poder volver a nuestro lado. No obstante, también debemos hacerles ver que esa persona fallecida sigue siendo parte de nuestras vidas: en nuestros recuerdos, en las anécdotas que hemos vivido con ellos, en el tiempo que hemos compartido.

 

Comunicar la pérdida

A la hora de comunicar que una persona a la que quiere nuestro hijo ha fallecido, debemos asegurarnos que la persona que se lo transmita sea otro ser querido. Evita que se entere por una conversación de unos adultos, que se lo digan los amigos en el patio, o que lo oiga a la familia mientras lo comunica por teléfono. Ese momento debe ser íntimo, en un lugar donde el niño o la niña se sienta a gusto y protegido. Muestra ese dolor pero intentando que el niño o la niña no se asuste ante la falta de control emocional del interlocutor.

Una vez comunicado el fallecimiento debemos asumir la respuesta emocional del niño o la niña. Puede que haya una regresión en hábitos adquiridos (escapes nocturnos, vuelta al uso del chupete o chuparse el dedo, uso de muñeco de apego para dormir o dormir con una luz encendida, etc.). Quizá tenga problemas para comer, tenga rabietas o esté triste, etc. A medida que pase el tiempo y vaya asumiendo el fallecimiento del ser querido, se irán disipando.

Existe un proceso en la aceptación de la muerte por el que todos pasamos, tardando en cada estadio más o menos tiempo. El modelo Kübler-Ross, o las cinco etapas del duelo, las estableció la psiquiatra Elisabeth Kübler Ross en su libro On death and dying (1969).

 

LAS 5 ETAPAS DEL DUELO

1.- Negación: no queremos asumir que esa persona no podremos verla más, compartir con ella tiempo, hablarla, jugar con ella, etc.
2.- Ira: estamos enfadados con la persona fallecida, con nosotros mismos, y es una emoción que debemos dejarnos sentir y permitir a los demás que lo sientan para poder pasar a la siguiente fase. Puede llevar a los niños a momentos de rabietas, rebeldía, etc.
3.- Negociación: suele ser la fase más breve, y a lo mejor le lleva a los niños a hacer tratos consigo mismo, por ejemplo, si me porto muy bien y hago caso a papá y mamá el abuelito volverá a casa.
4.- Depresión: se empieza a asumir que ha fallecido ese ser querido, y comenzamos a echarle de menos, a sentirnos solos sin esa persona, una tristeza nos invade.
5.- Aceptación: asume que no puede hacer nada, que se escapa de sus manos, y que debe empezar a vivir sin esa persona.

 

 

Os sugerimos un cuento para abordar la muerte con los niños. Se titula Vacío, de Anna Llenas (2015). Bárbara Fiore Editora. Es un libro que nos habla de la resiliencia, la capacidad de sobreponerse a la adversidad y encontrarle un sentido.

Si queréis documentaros más para abordar este tema con vuestros hijos, os adjuntamos lecturas sugeridas:

  • Hablemos de duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes. Fundación Mario Losantos del Campo.
  • Explícame qué ha pasado. Guía para ayudar a los adultos a hablar de la muerte y el duelo con los niños. Fundación Mario Losantos del Campo.

 

María Paz García Bueno

Psicóloga

Orientadora Infantil Colegio Villalkor

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