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Cómo ayudar a tu hijo a superar los miedos

La emoción del miedo, considerada desagradable, es también una emoción adaptativa que nos previene acerca de los peligros.

Hacia la edad de los ocho años aparecen miedos evolutivos: a la oscuridad, a los monstruos, a quedarse solos… Todos los niños sufren alguno de ellos.

Hablar de ello con naturalidad ayuda a que no sientan vergüenza por tener miedo. Si tanto en casa como en el colegio le hablamos al niño de los miedos que nosotros tuvimos, y le contamos cómo los superamos, le transmitimos la idea de que los miedos son pasajeros y se pueden vencer. Al mismo tiempo, le damos ideas de cómo puede enfrentarse a ellos.

 

5 consejos que ayudan

Dile que se coloque la mano en el abdomen y realice respiraciones, poniendo atención en cómo sube y baja.
Utiliza la metáfora de la televisión: que imagine que su mente es un televisor en el que puede cambiar de canal. Que elija un canal en el que ver algo agradable: una playa, nuestra peli favorita…
Que enseñe a sus muñecos a dormir sin miedo. Es una forma de que se autoconvenza de que el peligro no existe.
Inventa finales felices y divertidos para las pesadillas que hacen que se despierte. Por ejemplo, que el director grita «¡corten!» porque era una película; que los monstruos son personas disfrazadas en una fiesta… Cualquier idea amable que reste la sensación desagradable que deja una pesadilla es válida.
Explícale que los miedos son fruto de su imaginación. Aunque al principio decirle que los monstruos no existen no sirve de mucho, le ayuda a ir elaborando la idea de que no hay peligro real para preocuparse. Así, poco a poco desarrollará estrategias de afrontamiento.

 

La única forma de vencer los miedos es enfrentándonos a ellos, y eso el niño lo puede hacer de forma gradual. Para vencer al miedo hay dos caminos:

  • Aumentar la fortaleza del niño.
  • Restar fuerza al miedo.

Es importante evitar los estímulos que puedan hacerle sentir miedo, tales como ver películas o escuchar historias que aterrorizan. En ocasiones se desarrollan habilidades de afrontamiento mediante entrenamientos divertidos. Por ejemplo, si tiene miedo a la oscuridad ayuda jugar a las tinieblas, o hablar de cómo solucionar ese miedo encendiendo una luz o estando acompañado de un amigo. A veces basta con que se sienta acompañado por sus peluche preferido. Si le leemos cuentos cuando está acostado conviene que tenga el peluche mientras, para condicionar esa sensación de seguridad y compañía al contacto con el muñeco.

 

Otros recursos:

  • Crear un personaje que represente ese miedo y vencerlo. Puede ser un dibujo, o un cojín. Externalizar nuestro miedo en un personaje nos da muchas oportunidades para trabajar con él. Tras dibujar el miedo podemos encerrarlo en una botella. También puedes hacer que se ría de él creando situaciones ridículas: haz que se le imagine con un traje curioso, por ejemplo. Otra estrategia consiste en entablar una conversación con él, preguntándole: ¿a qué has venido? ¿Para que estas aquí? ¿Qué necesitarías para irte?
  • Probar con la técnica de modelaje: que se imagine cómo se enfrentaría a ese miedo su héroe favorito, para imitarle.
  • Establece metas que el niño pueda superar poco a poco: por ejemplo, primero dormir con una pequeña luz; luego mantenerla encendida hasta que se duerma, y así hasta conseguir que se duerma sin necesidad de la luz.

Como padres nuestra actitud es muy importante, puesto que los miedos se transmiten fácilmente. Hay que mostrarse calmado y, a la vez, vencer nuestro propio miedo a ver a nuestros hijos atravesando dificultades. Hablar ayuda a acomodar la experiencia y a encuadrar la situación. Por ejemplo: ser valiente no es no tener miedo, sino enfrentar ese miedo. Es decir que, para ser valientes, tener miedo es un requisito básico, es el primer paso. A partir de aquí desarrollar una actitud proactiva para luchar contra el miedo sería el camino correcto. Ponle retos que pueda superar y que no guarden relación con el miedo. De esta manera aumentará su sensación de capacidad y fortaleza. Recordar cómo superó otros problemas le ayudarán a conquistar esa sensación de capacidad.

Para terminar, prueba a realizar la siguiente actividad:

Completa este cuento: “Erase un vez un fantasma que tenía mucho miedo, cada vez que se aparecía a alguien no era para asustarle era porque tenía miedo de estar solo, quería compañía…  Continúa la historia.

 

Y si quieres saber más sobre la salud mental de tu hijo, lee CÓMO CUIDAR LA SALUD MENTAL DE TU HIJO

Roberto Pérez

Psicólogo orientador

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