Seguramente desde que vuestros hijos e hijas nacieron habéis estado leyendo mucho sobre su desarrollo. Durante el primer año de vida de un niño, se suceden multitud de hitos que le convertirán en una personita. ¿El propósito? Hablar, andar, comenzar a pensar… pasa de ser un bebé a un niño, y ese desarrollo es increíblemente rápido.
Para que el niño o niña evolucione favorablemente, hemos de saber que es muy importante dejarles en contacto con el suelo. En cuanto es capaz de moverse, e incluso antes, es necesario que tenga espacio para ello. Muchas veces dejamos a los niños pequeños en las sillas o hamacas, pensando que están más seguros. Sin embargo, es fundamental dejarles en el suelo porque es ahí donde van a poder moverse con libertad y explorar opciones.
El primer paso es asegurar el espacio para que no se hagan daño, y dejarles en el suelo».
Por tanto, el primer paso es asegurar el espacio para que no se hagan daño, y dejarles en el suelo. Podemos forrar una zona con tatami, una alfombra de actividades o cualquier otra superficie donde no cojan frío y… ¡a jugar! Si dejamos al niño en el suelo vamos a observar un montón de movimientos que harán por sí mismos, y que están sentando las bases de un desarrollo saludable.
Veamos un ejemplo:
¡Menudo caos! ¿verdad? Sin embargo, hemos de saber que a través de esos actos que consideramos caos los adultos, para los niños es la manera en que pueden ir organizando el mundo. Y sobre todo, es el modo en que van ganando fuerza y generando conexiones que les servirán para aprendizajes posteriores.
Sally Goddard (2015), en su libro «Reflejos, aprendizaje y comportamiento», comenta que el gateo y el arrastre son necesarios para facilitar la integración de la información sensorial, como los sistemas vestibulares, visual y propioceptivo. Es a través de estos movimientos que el niño o niña está organizando su cerebro. Además cita lo siguiente:
«Las razones por las que un niño no gatea pueden ser de tipo neurológicas, de desarrollo o por el entorno… Los niños que no han tenido mucha oportunidad de jugar en el suelo durante los primeros 8 mese quizá «se salten» las fases de arrastrarse y gatear, ya que no han tenido suficiente tiempo para desarrollar las habilidades motoras en la posición prona, que precede a la capacidad de gatear… Será el proceso de arrastrarse con las manos y las rodillas lo que acabará de desarrollar las capacidades visuales que el niño ha aprendido hasta el momento, e integrarlas con información de otros sentidos.»
Es a través de estos movimientos que el niño o niña está organizando su cerebro».
Es por tanto importante que nos preocupemos, como padres y madres, de que nuestros niños tengan el entorno necesario para poder realizar dichos procesos. Si nuestros niños y niñas no han gateado antes de caminar, es muy probable que se deba a que no han tenido muchas oportunidades. Pero nunca es tarde, aunque una persona haya aprendido a andar, podemos fomentar que gatee para poder trabajar áreas del cerebro implicadas en la organización espacial y visual.
Dale la oportunidad de desarrollarse
De acuerdo a Glenn Doman, el padre de la Estimulación Temprana, cuantas más oportunidades haya tenido el recién nacido para arrastrarse mejor será el desarrollo de su cerebro. Tendrá mayor inteligencia motora, pero también repercutirá en otros desarrollos como: la adquisición del lenguaje, la coordinación oculo-manual para una buena lectura, escritura… De acuerdo a este autor: «cuando no hay oportunidad de desarrollar la movilidad y se evita que los pequeños se arrastren y gateen, los efectos se hacen evidentes en otras áreas, como el caso de la visión.»
Escuchemos a Glenn Doman sobre las etapas del desarrollo:
Por todo ello, es fundamental que proporcionemos oportunidades a nuestros niños y niñas para un desarrollo saludable. A través de la Estimulación Temprana, lo que se persigue es sacar el máximo potencial del niño a través de diferentes programas de estimulación neurológica en el momento preciso por la etapa madurativa en la que se encuentra.
Cuantas más oportunidades haya tenido el recién nacido para arrastrarse mejor será el desarrollo de su cerebro». Glenn Doman
La estimulación: el alimento del cerebro
Podemos decir que la estimulación es el alimento que el cerebro necesita para madurar, y que vivimos en un mundo lleno de dicho “alimento”. Sin embargo, si no somos capaces de proporcionar la “dieta equilibrada” y adecuada en función de su etapa madurativa, probablemente no estemos garantizando la alimentación adecuada a los cerebros de nuestros niños.
¿Y cuáles son esos programas y “dietas” indispensables para la salud de los aprendizajes de nuestros hijos e hijas? Glenn Doman dice que la inteligencia se configura a través de las experiencias sensoriales del ser humano. Delimita tres leyes del cerebro:
- La función determina la estructura: es decir, que aquello que cumple una función creará una estructura neurológica determinada. Pero si no cumple la función puede llegar a desaparecer.
- Todo crecimiento cerebral significativo finaliza a los seis años de edad: Sabemos que el cerebro alcanza casi el 80% de su desarrollo al finalizar los 6 años de edad, sin embargo, esto no quiere decir que no siga creciendo. Incluso en la actualidad se ha descubierto que la etapa de la adolescencia es también un momento de establecimiento de grandes conexiones. Es por esto que hay que seguir trabajando desde la estimulación para afianzar las estructuras alcanzadas.
- Es inversamente proporcional a la edad cronológica: Es cierto que cuanto más mayor es una persona, menor desarrollo alcanza. Pero esto no significa que no tengamos que seguir “alimentándonos” equilibradamente, sobre todo para no desarrollar malos hábitos que puedan perjudicar nuestra salud.
Siguiendo estas tres leyes del cerebro, establecemos diversos programas que persiguen la «excelencia» a diferentes niveles, tanto social, cognitivo y físico, pues ninguna de esas áreas es independiente del resto. Lo que pretendemos es, como hemos dicho, aumentar y afianzar la red neurológica de nuestros niños y niñas.
No pretendemos saltarnos etapas, ni acelerar su propio ritmo de aprendizaje, si no estructurar sus cabezas para que puedan aprender lo que les venga posteriormente. Y una de estas etapas es la relacionada con la movilidad en espacios amplios, además de muchas otras oportunidades.
Y sin olvidar que todo esto hay que realizarlo jugando y disfrutando, es así como los niños y niñas construyen y organizan su cerebro para alcanzar los propósitos que la vida le irá marcando.
Bibliografía:
- Goddard, Sally (2015). Reflejos, aprendizaje y comportamiento. Vida Kinesiología.
- Doman, Glenn (2012). Bebé en forma, bebé inteligente. Edaf.
Gema de Pablo. Psicóloga
Coordinadora del Departamento de Orientación
Colegio Villalkor