Todos los niños juegan, comienzan a hacerlo de una forma natural, desde que son bebés. Jugar es nuestra forma de interactuar y conocer el mundo. Incluso los animales juegan, y es a través de este juego que ensayan las conductas que luego tendrán que utilizar.
Al principio necesitan un adulto como mediador del juego. El bebé descubre su capacidad para emitir sonido y comienza a intentar imitar todos los sonidos que hace su madre, a medida que vaya creciendo aprenderá trabalenguas, chistes, adivinanzas, ira jugando con las palabras lo que le llevará a desarrollar cada vez más sus habilidades verbales y su inteligencia. Los niños comienzan a jugar con todo lo que despierta su curiosidad.
Bebés
Los primeros juegos serán con su propio cuerpo y le ayudará a desarrollar sus habilidades motrices y su coordinación. El ejercicio físico también desarrolla el cerebro, como hemos comentado otras veces al hablar de la estimulación temprana. Incluso en los adultos el ejercicio físico es la única herramienta que mejora cualquier diagnóstico, (depresión, insomnio, etc). El movimiento es bueno para la salud, desarrollo su coordinación psicomotriz, su aparato respiratorio, circulatorio, ayuda a dormir bien.
A través del ejercicio físico el niño desarrolla sus habilidades y estimula sus conexiones neuronales haciendo que estas se multipliquen. Como revela la palabra psicomotricidad, trabajamos y desarrollamos la mente a través del movimiento.
Pero volviendo al juego, la clave es que lo que hagamos sea disfrutando. Jugar es hacer algo con alegría, a veces con el único fin de entretenerse, lo cual también es necesario. Divertirse es muy útil para cambiar el estado de ánimo. Reírse, jugar a la pelota, fingir otro rol, nos permite liberar tensiones, nos relaja y nos deja satisfechos, listos para afrontar una nueva tarea. El componente esencial del juego es la alegría, el placer de la entrega absoluta, lo que también es muy útil a la hora de aprender y desarrollar nuevas habilidades.
En el colegio aprendemos que la mejor manera de hacer amigos es jugando juntos, divirtiéndonos, compartiendo estados emocionales positivos, ya que eso crea un vínculo. Participando en el juego de nuestros hijos les hacemos sentirse queridos, y conseguimos algo muy importante como es estar presentes, lo que les da una sensación de seguridad.
Los niños se sienten siempre atraídos por el juego, la novedad y lo divertido. Si el juego es tan atractivo está en nuestras manos aprovechar esto a nuestro favor para estimular al niño en sus aprendizajes. Cuando algo despierta tu interés, cuando te diviertes, el esfuerzo que haces se percibe de otra manera. Se puede preguntar la lección imitando cualquier programa actual de la televisión, lo que lleva a los estudiantes la motivación de ganar el concurso, cuando en realidad están estudiando y aprendiendo más. Recuerdo un profesor que hacía las preguntas del examen el primer día antes de explicar el tema, lo que ya te creaba el vacío, la duda al no saber responder, duda que sería resuelta después mediante la explicación.
Con imaginación el juego puede ser una herramienta muy útil y eficaz para educar. Sirve para:
- Ensayar roles
- Aprender a resolver conflictos emocionales
- Satisfacer necesidades y deseos
- Despierta la creatividad y la imaginación.
El juego tiene muchos beneficios puesto que sirve como herramienta de desarrollo emocional, favorece la motivación y está directamente relacionado con el bienestar físico y emocional de los niños. Es incluso terapéutico, pues a través del juego, el niño puede satisfacer sus deseos, volcar sus ansiedades y darle una salida lúdica a sus frustraciones, contribuyendo al aumento de la autoestima.
Decía Winnicott (1896-1971): “El juego nos permite una descarga emocional sin grandes riesgos. A través de él nuestros problemas, preocupaciones, tristezas y secretos salen a la luz”.
Hacia los 3 y 6 años
Se desarrolla el lenguaje y aparece el juego simbólico donde el niño aprende roles y el niño hace sus ensayos de la realidad, de hecho la mayoría de juguetes son imitaciones de las profesiones de adultos.
Hacia los 6 y los 8 años
Aparecen los juegos reglados lo que ayuda al niño a socializarse más, a estimular sus razonamientos, a través del juego aprenderá a cooperar con los otros, le ayudará a desarrollar autocontrol y habilidades de negociación. En este sentido, los mejores juegos son aquellos que nos permiten desarrollar la creatividad, como cuando inventábamos escenarios. Hoy en día, y en muchos casos, los juegos son más estructurados, dejan menos lugar a la imaginación.
Por tanto, son preferibles juegos que nos permitan interactuar con otros, donde el protagonista no utilice la fuerza y el poder para vencer. Sería también bueno acabar con el mito de juguetes de niños o niñas, puesto que esto contribuye a la generación de estereotipos de género derivados que después son difíciles de desmontar.
Es bueno proporcionar menos juguetes y más calidad de juego en familia, mediante una buena comunicación afectiva, por ejemplo se pueden combinar juegos de entretenimiento con otros más educativos. Conviene también ser capaces de observar en que estamos invirtiendo nuestro ocio, las actividades que realizamos ¿son para socializarnos?, ¿son para evadirnos?, que es lo que estamos practicando y hacia dónde nos llevan, puesto que a través de los modelos también estamos enseñando hábitos de ocio, entretenimiento, etc.
En definitiva, podemos convertir cada experiencia en un aprendizaje donde unas serán más divertidas que otras pero despertando el gusto por aprender, no aprender sólo por obligación. Cuando uno sabe a dónde se dirige y ese lugar es deseado por uno, el esfuerzo se torna satisfacción.
Hacer de la infancia un periodo fértil lleno de aprendizajes y cargado emocionalmente de positividad y alegría ya que como reza un anónimo: “La infancia es el tablero donde jugamos el resto de nuestra vida”.
Roberto Pérez Silva
Psicólogo Orientador Primaria
Colegio Villalkor