Si tuviéramos que definir qué es un conflicto, la mayoría de nosotros arrugaría la frente y probablemente pensaría en una situación incómoda, desagradable y que genera malestar. Sin embargo, el conflicto es algo natural cuando interactúan dos o más personas. Es a través de algunos conflictos mediante los cuales construimos nuevo aprendizaje e, incluso, mejoramos en nuestras capacidades. Aprender del conflicto, por tanto, es positivo.
El conflicto, en sí mismo, no tiene una significación peyorativa, podrá ser negativo o positivo, dependerá del valor que le demos».
De acuerdo a Vinyamata (2005), «los conflictos pueden poseer dos significaciones simultáneas. Cuando los conflictos significan y representan crecimiento, oportunidad, posibilidad de innovación, cambio, regeneración, estímulo, mejora, descubrimiento y serenidad… nos indican que alguna cosa está sucediendo y que, a lo sumo, podemos retardar pero no impedir. Pero el conflicto también puede significar destrucción, dominación, alineación, frustración… En estos casos podemos pensar que se está produciendo una disfunción, un error más o menos grave que forzará cambios traumáticos que acabarán perjudicando en mayor o menor medida a todas las partes implicadas» (pp.24-25).
Dentro de la definición de conflicto podemos determinar algunos elementos esenciales:
- Para que se presente un conflicto deben haber por lo menos dos partes.
- Debe haber algún recurso que ambas partes deseen y no haya para las dos.
- Se presenta la existencia de una relación en la cual cada parte percibe a la otra, como su enemiga, o al menos competidor.
- Cada parte piensa que su objetivo es incompatible con el objetivo de la otra parte.
- El conflicto tiene una tendencia inherente a escalar con el tiempo.
- Por regla general los conflictos tienen soluciones.
El conflicto, en sí mismo, no tiene una significación peyorativa, podrá ser negativo o positivo, dependerá del valor que le demos y, sobre todo, del uso que le demos a través de su gestión.
Cuando la agresividad supera nuestra capacidad de control y discernimiento transformándose en una actividad violenta y destructiva, nuestras acciones acaban resultando contraproducentes, generando perjuicios en nuestro entorno o, cuando menos, miedo e inseguridad, incluso en nosotros mismos, en aquel que lo genera.
Iniciado este proceso, la escalada de tensión y el incremento de las formas violentas continuará hasta el agotamiento que, una vez recuperado, volverá a desarrollarse de manera continuada e indefinida si no se pone remedio y fin.
Ante este tipo de comportamiento, el conflicto siempre va a aumentar el riesgo de generar más conflicto (más grande cada vez) y más conflictos (mayor número de conflictos asociados). El comportamiento colaborador es el eje de la actuación en la cultura de la mediación. Los comportamientos que pueden desarrollarse delante de un conflicto son:
Comportamientos delante del conflicto | ||
Comportamiento | Yo (nosotros) | Tú (vosotros) |
Competitivo | Gano, ganamos | Pierdes, perdéis |
Transigente | Gano, ganamos | Pierdes, perdéis con rebeldía |
Complaciente | Gano, ganamos | Pierdes, perdéis con aceptación |
Elusivo | No hay conflicto | No hay conflicto |
Egocéntrico | Gano, ganamos | No interesa |
Suicida | Pierdo, perdemos | Pierdes, perdéis |
Colaborador o cooperativo | Gano, ganamos | Ganas, ganáis |
Entenderemos que podremos dar por solucionado un conflicto cuando se den tres indicadores que nos midan la calidad de las soluciones en el centro:
- Reconciliación, entre las personas.
- Reconstrucción o rehabilitación, para reparar el daño ocasionado.
- Resolución, cambios de comportamiento o de las organizaciones para prevenir nuevos conflictos.
La solución de conflictos debe realizarse desde un comportamiento colaborador o cooperativo».
Entendemos que la solución de un conflicto está obtenida cuando las dos partes del mismo consideran que han ganado. Por tanto, la solución de conflictos debe realizarse desde un comportamiento colaborador o cooperativo.
- En el ámbito educativo, es casi imposible que no exista el conflicto puesto que muchos de los elementos comentados se encuentran presentes simplemente por la naturaleza de dicha organización. Asimismo en la familia también existen muchas opciones de aparición de conflictos, y dependiendo de la forma que adoptemos para su resolución habremos crecido dentro de éste. Enfrentar a las partes, o intentar que una parte «gane» frente a la otra, generará con mucha probabilidad la reaparición del problema que dio lugar al primer encuentro conflictivo. Incluso puede suceder que aparezca con mayor fuerza y de modos diferentes.
Por eso, sea el ámbito que sea, es importante el enfoque cooperativo del conflicto: gano-ganas en el que podamos llegar a acuerdos que favorecen a las partes y por tanto construir, aprender y crecer con el conflicto.
- En el ámbito familiar, y sobre todo cuando existen conflictos entre hermanos, o incluso entre padres e hijos, es bueno que exista una figura que pueda mediar en el conflicto para ayudar a mejorar el proceso. Un buen proceso en la resolución de los conflictos podría ser el siguiente:
Poder exponer su versión del conflicto y expresar sus sentimientos.
Poder desahogarse y sentirse escuchados mutuamente.
Crear un ambiente positivo y controlar el intercambio de mensajes.
Generar pensamiento del conflicto: Objetivos personales en el conflicto y otras formas de alcanzarlos, sentimientos personales y de la otra parte.
Explorar con preguntas y parafraseo el verdadero problema, no el detalle.
Animar a que cuenten más, a que se desahoguen, evitando la sensación de interrogatorio.
Escuchar atentamente las preocupaciones y sentimientos de cada parte, utilizando las siguientes técnicas: mostrar interés, clarificar, parafrasear, reflejar el sentimiento, resumir, etc
Ayudar a poner sobre la mesa los temas importantes del conflicto.
No valorar ni aconsejar, ni definir qué es verdad o mentira, ni lo justo ni lo injusto.
Prestar atención tanto a los aspectos del contenido en sí del conflicto como a la relación entre las partes.
Apoyar en el diálogo entre las partes. Reconocer sentimientos y respetar los silencios.
Sea como fuere, favorecer el diálogo sin enjuiciar es vital para una solución creativa y cooperativa de los conflictos. No olvidemos que ambas partes tienen que sentir que han mejorado y aprendido de la situación, y por tanto no volverán a repetir.
Gema de Pablo
Coordinadora Departamento de Orientación
Colegio Villalkor