Reyes Magos
Queridos Reyes Magos,
Qué deseo este año tan extraño, tan peculiar, tan rodeado de enfermedad, tristeza, pérdidas, ausencias, soledad y distancia. Algo tan sencillo como volver a la rutina.
Ese día a día de madrugones y pereza. Volver a ver esas caras de sueño, esos ojos adormilados, esos bostezos irreprimibles mientras cuento vida y milagros del complemento directo o busco la forma de hacer llegar las emociones que me produce leer a García Lorca.
Me encantaría tener la clase llena de la vitalidad de alumnos charlatanes, curiosos e incluso dispersos en ocasiones, ahora tapados con mascarillas.
Me emocionaría tener que estar luchando contra los elementos para ser capaces de organizar el famoso festival de Navidad, escuchar una y mil veces hablar del viaje de fin de curso o atender cada vez que refunfuñan porque no quieren ir a la próxima excursión.
Este curso no es lo que ha sido nada nunca. Es una prueba de fuego, un reto cada día, una batalla cada momento.
Me haría tan feliz, Reyes Magos, esa desorganización organizada a la hora de entrar en clase, cuando hay desdobles, sus “buenos días”, sus “profe se me ha olvidado el libro de lectura”, sus “profe, ¿y tú qué opinas de…?” Así, de tú a tú, cerquita y a cara descubierta.
Una prueba de fuego
Este curso no es lo que ha sido nada nunca. Es una prueba de fuego, un reto cada día, una batalla cada momento. Horarios, tareas, organización, normas, un cole sin la decoración habitual, con un look muy Covid, con unos pasillos convertidos en carreteras de doble dirección, unos patios cuadriculados en pequeños rediles, un colegio diferente.
Todo diferente excepto un pequeño detalle, la alegría e ilusión de los adolescentes que cada día vienen a clase, es idéntica.
Todo diferente excepto un pequeño detalle, la alegría e ilusión de los adolescentes que cada día vienen a clase, es idéntica. Y mis ganas por transmitir conocimientos, crear una atmósfera de curiosidad, hacer amenas las clases y ser felices aprendiendo, siguen intactas.
Saldremos de esta situación, por supuesto, y seguiremos al pie del cañón.
Gracias, mis queridos Reyes Magos, por intentar recolocar cada cosa en su lugar.
Cristina Picatoste
Profesora de Lengua y Literatura
Ed. Secundaria